LA MINA DE ORO

Según una leyenda de a fines del siglo XIX, cuenta que dos destacados vecinos fueron engañados por un personaje  conocido como el indio huenchunao, personaje muy popular de la Villa. Uno de estos vecinos fue el propio comandante de la policía y el otro un boticario español, que solía  escuchar historias y leyendas locales.

Cierto día llegó al pueblo este popular personaje y al pasar frente a la botica estaba el español reunido con algunas personas,  escuchando dichas historias. El indio se acercó al grupo y luego de escuchar un rato quiso participar contándoles a todos que él poseía un mapa donde había una mina de oro que se la había entregado su abuelo, era un lugar que habían abandonado los españoles y donde antes había funcionado un lavadero.

De pronto fue interrumpido por el boticario y comenzó a cambiar el tema, posteriormente cuando todos se retiraron le dijo a Huenchunao que  no fuera, que quería conversar con él, comprendiendo el indio que el boticario se había interesado en el tema, comenzó a planificar su engaño. Finalmente le vendió al español el mapa que estaba hecho en un cuero de oveja en cinco mil pesos, acordaron reunirse al otro día para que éste lo llevará al lugar que indicada el mapa donde estaba la mina, fue así como lo llevó a orillas del Río  Larque y entremedio de un recodo del río le mostró una cueva que esta cubierta por árboles y matorrales y que allí estaba la  mina de oro, luego se retiraron del lugar. 

 

El boticario para poder realizar esta empresa decidió buscar un socio y fue así como el comandante de la policía participó en esta aventura y formaron una

sociedad minera. Ambos se dirigieron a la Notaria y estando allí dijeron que con el fin de explotar una mina de oro, del cual tenían noticias, convinieron en formar una sociedad o para acatar dicha mina y una vez descubierta trabajarla también en compañía. 

 

Comenzaron a trabajar en el más completo anonimato, contrataron peones de confianza, compraron madera, herramientas y contrataron unas carretas, al caer  una tarde comenzaron la aventura, al llegar al lugar levantaron un campamento, limpiaron la entrada de la cueva y comenzaron a cavar para buscar el ansiado oro.

 

Pasaron los días y semanas y el preciado metal no aparecía, ya cansados de buscar y ver que salía tierra y piedra deciden dejar la búsqueda ya que también

quedaron sin recursos y debieron reconocer que habían sido engañados burlamente por el indio Huenchunao quien desapareció como si se lo hubiera tragado la tierra.