EL PACTO ROTO

Desde hace mucho tiempo, sobretodo a fines del Siglo XIX, en esta zona el Diablo, se paseaba a su antojo por estas tierras apareciendo como un perro negro, un boldo en llamas o simplemente como todo un gran caballero, vistiendo de negro, con sombrero y donde resaltaba su gran dentadura blanca, buscando almas y realizando pactos. En esos tiempos era atribuible que la prosperidad y buenas cosechas de los dueños de fundos, se debían a que estos realizaban pactos con el diablo. Los inquilinos lo comentaban en las noches de reunión familiar cerca del fuego y a media voz, temerosos que llegará a oídos de sus patrones; fue así como esta leyenda del Pacto Roto paso de generación en generación en el Departamento de Bulnes.

“Cierto agricultor de esta zona, en 1880, se encerró una noche de invierno en su bodega, instaló una especie de altar y realizó una ceremonia para que se presentara el diablo. Pasaron unos minutos cuando de pronto el solicitado apareció del rincón de la bodega en forma humana alto, delgado y con una delgada barba en el mentón. El agricultor entre el miedo y el pánico, le solicitó dinero, prosperidad y buenas cosechas, a cambio le entrego su alma en una fecha acordada, el pacto se había realizado; el dinero y las buenas cosechas vinieron al fundo, patrones e inquilinos.

Trabajaban con mucha felicidad, eran tiempos de alegría, pero el tiempo pasaba y la hora de cumplir el pacto se acercaba, fecha que era ya casi olvidada por el patrón. La angustia, la desesperación y el temor se apoderaron de éste y la única forma de romper el pacto era que él debía ser velado en vida en una pieza en la noche, fue así como ofreció terrenos y grandes sumas de dinero a quienes realizaran el velatorio. Muchos lo intentaron, lo velaron en una pieza donde estaba el ataúd, unas velas y dentro del féretro el patrón, pero cuando empezaban a rezar las velas se apagaban y prendían, las puertas se cerraban, murciélagos salían del rincón de la pieza y causaban tal temor en los osados aventureros que estos salían arrancando. La fecha de la entrega del alma había llegado, la desesperación por parte del agricultor era evidente, muchos inquilinos estaban pendientes de los acontecimientos que iban de ocurrir en esa tarde. Esa noche los perros empezaron a aullar y todos sabían que era la señal que delataba la presencia del diablo, de pronto por el camino se acerco un coche guiado por una persona completamente vestida de negro, era el diablo que venía a buscar al patrón, éste al sentir el casco de los caballos más cerca corrió al segundo piso a refugiarse junto a su esposa, que se encontraba a los pies de la cama rezando, en sus manos tenía un rosario con un crucifijo con la figura de Cristo crucificado. De pronto las puertas de la habitación se abrieron y los pasos del malulo se sintieron con fuerza al llegar a la puerta, don Sata le dijo al agricultor: Ya cumplí ahora te toca a ti, a todo esto su esposa rezaba con más fuerzas y fe y su esposo se aferraba cada vez más a ella, el diablo impaciente por que el solicitado no se acercaba para llevárselo trató de cruzar la puerta, pero no pudo entrar por que en ese momento el crucifijo del rosario brilló y expulsó a sus dominios al diablo. Antes de retirarse y con la rabia que tenía le dijo agradécele a tu mujer y a ese atado de huesos refiriéndose al señor del crucifijo, pero de mi no te salvaras.

Todos creyeron que el pacto se había realizado porque al alejarse el coche los perros dejaron de aullar y el silencio del campo retornaba. El tiempo siguió su marcha, pero el fundo y las buenas cosechas desaparecieron y, poco a poco, toda la fortuna se fue perdiendo, incluso la salud del patrón que pronto falleció, sus restos fueron trasladados a la estación de  ferrocarriles para enterrarlo en un cementerio.

Quienes trasladaron en sus hombros los restos, a medida que iban llegando a la estación el ataúd era cada vez más liviano.

Extrañados por tal situación abrieron el féretro y pudieron comprobar con sorpresa que sólo llevaban un poco de tierra, don Sata se había llevado el alma del patrón.